EL DERECHO EN LA MENTE DE NICOLAS MAQUIAVELO
EL DERECHO EN LA MENTE DE NICOLAS MAQUIAVELO
Por: Alex R. Zambrano Torres
Maquiavelo o el Derecho como descripción, expresión de la realidad.
Nicolás Maquiavelo vivió en Florencia a finales del siglo XV y comienzos del XVI. Fue -al decir de Arturo Uslar Pietri- un extraño personaje histórico. Este pensador político es representado en la historia como “...uno de los hombres que tuvo más claridad de pensamiento, y en cierto sentido uno de los más valiosos y originales pensadores sobre política y sobre historia que ha conocido el mundo moderno.”[1]
El contexto en el que se va a desenvolver Maquiavelo no es el de la paz y mansedumbre social; es más bien un tiempo turbulento, en donde la exaltación del hombre se conjuga también con la violencia; un mundo vital, desenfadado, pero también peligroso, escandaloso, etc.; era la época del Renacimiento. “A Maquiavelo le toca vivir en ese periodo que llamamos el Renacimiento italiano. El Renacimiento italiano es una de las épocas más inmorales de la historia. Pocas veces, con tanta vitalidad, con tanto impulso desenfadado, los hombres han pecado más alegre y descaradamente que en la época del Renacimiento. Los crímenes que nos parecen hoy más horribles, las traiciones más despiadadas, los engaños más cínicos, las abominaciones más escandalosas se cometieron con una frecuencia, con una ostentación, con una despreocupación increíbles e impresionantes durante esos largos años pecaminosos.(...) Abundan asesinatos, envenenamientos, traiciones, engaños y toda suerte de maldades. No había fe. El hermano engañaba al hermano, el hijo al padre, no había manera alguna de confiar en la palabra de nadie.(...) En ese mundo turbio, regido de hecho por una especie de ley de la selva, florecieron grandes y agresivas individualidades. Nada se apreciaba más que el valor, la decisión, la tenacidad para obtener fines, que era lo que hacía que se destacaran los unos sobre los otros.”[2] Este era el mundo donde vivió Maquiavelo, y este el que quería describir.
Como hijo del Renacimiento Maquiavelo sabe de la importancia trascendental que cumple la razón. Una razón que no viene del misticismo, sino de la operación intelectual de atrapar el verdadero ser de la realidad. Esto se debe a que es la época donde la razón toma importancia marcada: la razón ocupa el centro. Dios está ahora a un lado, sigue existiendo pero se lo despoja de su categoría hegemónica y central. El reinado de la razón es autárquica, es decir se basta así mismo.
Lo importante, en un ambiente como este, es el presente, el qué son las cosas, la realidad actual, palpante, no lo que debería ser. Con esta concepción escribe entre otras obras El príncipe, donde se deja reflejar “el pensamiento del Renacimiento en sus formas más originales, libres y abiertas, despojado de toda preocupación metafísica, totalmente dirigido a observar la realidad humana y terrenal y a descubrir científicamente las normas y los fines inmediatos que regulan y orientan su desarrollo”[3] No obstante, este libro, El Príncipe[4], ha sido considerado como una especie de recetario de las más atroces canalladas; concepción que está totalmente errada, porque lo que Maquiavelo pretendía era retratar la época de su tiempo, y dar al príncipe los instrumentos para poder normar y dirigir el pueblo que le tocaba gobernar. El Derecho debía, por tanto, constituirse sobre bases reales de lo que sucede en la práxis, manejada desde su conocimiento, no desde el debe ser, sino desde el es. Frente a la cruel realidad, lo que Maquiavelo hace es darle al príncipe la visión de cómo gobernar, y propone que use, simbólicamente hablando, de la fuerza del león, y de la astucia del zorro. Esta era la clave para el buen gobierno. Resultando de la misma naturaleza de la sociedad la bondad como un valor inadecuado. Esto no quiere decir que Maquiavelo no cree en el bien; al contrario de esto, él piensa que el hombre bueno debe enseñar el bien.[5]
Lo que hizo Maquiavelo, fue describir cómo funciona la sociedad en relación al Estado y al gobierno; estudió y describió las relaciones de poder que se daban insitu, en ese momento y de allí planteó sus reglas, que luego incluyó en esa especie de manual del gobernante: El Príncipe, "No se debe olvidar -insisto- que Maquiavelo extrajo sus reglas de la experiencia histórica. El gobernante ideal era entonces el zorro y el león, bajo una misma piel"[6].
Es desde este pensador que el Derecho, y la misma concepción del mundo fue apreciándose bajo otros cristales, más crudos tal vez, pero también más reales. En donde se establecía una clara distancia entre la ética y la política, bases para la corriente del liberalismo. Nicolás Maquiavelo “...defendió el divorcio completo entre ética y política, que después heredaría el liberalismo.”[7]
Este atrevimiento de desenmascarar la realidad tal como es, es apreciada aún como la determinación de lo verdaderamente importante conocer: las costumbres de los hombres y sus pasiones e intereses reales. “Escribe Francisco Bacon: “Hay que agradecer a Maquiavelo y a los escritores de su clase el que digan abiertamente y sin disimulación lo que los hombres tienen costumbre de hacer y no lo que deben hacer.” En el Renacimiento se descubre y estudia al hombre como un ser con intereses, pasiones y ambiciones concretas”[8]
El empirismo, es decir aquella que fundamenta sus conocimientos en la experiencia toma fuerza. El cómo son y no el cómo deben ser las cosas, se asentúa como lo más importante. La relación de fuerzas entre hombre y Estado pueden ser apreciadas. La imposición del Derecho por razones de Estado -“Razón de Estado” forjada por Maquiavelo[9]-, para conseguir evitar el mal es el nuevo fundamento esencial en la teoría de Maquiavelo.“La posición extremista en este sentido es el empirismo a ultranza de Nicolás Maquiavelo (1469-1527). Para él, lo importante es saber cómo actúan los hombres y no cómo deberían actuar. El hombre y el Estado no son más que un mecanismo de fuerzas, cuyos elementos en juego son las pasiones humanas. La utilidad política debería absorber sin escrúpulos toda consideración de carácter moral; se debe imponer el Derecho por temor hasta lograr que los súbditos “se abstengan, más por necesidad que por voluntad, de obrar mal”. La fórmula de Maquiavelo apunta más a una sociología de las fuerzas políticas que a una Política entendida en la forma tradicional.”[10] No obstante “Nicolás Maquiavelo, al considerar la conducta social como una mecánica del juego de las pasiones humanas, se coloca de lleno en una posición empírica. En verdad, su realismo es bastante limitado: se reduce a una psicología política que no conoce otros móviles que los utilitarios. No sólo omite el estudio de los móviles de carácter espiritual -como la justicia y los ideales religiosos-, sino que desconoce la influencia, en las decisiones políticas, de los fenómenos económicos y de las condiciones geográficas.”[11]
Pero hay también algo trascedental en la concepción que se va imponiendo desde Maquiavelo: la crítica de la concepción del Derecho como lo justo, y se toma en cuenta que el Derecho puede ser una especie de relación de fuerzas políticas.
“...durante el Renacimiento y aun después sigue predominando la concepción del Derecho como lo justo. Pero es durante el Renacimiento cuando por primera vez se critica tal concepción: para Maquiavelo el Derecho es un hecho resultante de la mecánica del juego de fuerzas políticas.”[12]
[4] "El príncipe de Maquiavelo, se ha tenido tradicionalmente como la más cínica y desvergonzada receta o recetario de tiranía que haya sido nunca escrito. Es un libro en el cual se dan todos los consejos más inmorales para tiranizar a los hombres, la manera de cómo debe preceder el príncipe para inspirar más terror que amor, cómo no debe tener ningún pudor en engañar o en mentir. Todo este compendio de astucia y cinismo no es una invención de Maquiavelo, es, por el contrario, el retrato de lo que era la vida política de su tiempo, y él lo que pretende con ello, sin que esto lo justifique, es darle al joven Lorenzo una especie de manual sucinto de la experiencia de la vida política real de su tiempo, para evitarles errores y desengaños.". Arturo Uslar Pietri, "Valores Humanos", pág. 41.
[5] Maquiavelo cree que “es oficio de hombre bueno enseñar a otros el bien que por la malignidad de los tiempos y de la fortuna, él mismo no ha podido realizar, a fin de que entre los muchos capaces, alguno más amado por los Cielos pueda realizarlo”; sabe además que es necesario descubrir y precisar las raíces del bien y del mal y definir el sentido de la lucha para el triunfo de lo primero. De aquí su idea de que lo que le importa conocer al hombre es la realidad de la situación en que le toca actuar./ Diccionario de Literatura Universal, Ediciones Muchnik, pp. 159,160.