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PEINANDOME | 30.09.2013
No recuerdo si fue sábado o domingo, lo cierto es que sucedió en el Perú. Horas de la tarde, en la Estación del Metro, debajo del Poder Judicial, debajo de la Justicia. Quiero ir a Mistura, nombre nada gastronòmico, y si màs bien carnavalesco. Siento la necesidad de lavarme el cabello, afeitarme; pues como se sabe, los hombres tenemos que afeitarnos todos los días, porque la barba incómoda crece rápido y desordena el rostro. No tengo tiempo ya para ir al hotel, así que me acerco a una farmacia, compro un champú de esos que cuestan S/. 20.00 nuevos soles, y luego compro un grupo de prestobarbas, que salen sólo en paquete, de S/. 15.00 nuevos soles. Ingreso al servicio, me afeito, luego me lavo la cabellera con champú, y en eso, aparecen tres policías, con "cara de policías" y uno de ellos me dice: "señor, usted no se puede bañar aquí", y toma un tono de esos ofensivos a los que están acostumbrados estos señores policías. Yo me sorprendo ¿qué hacen tres policías allí, diciéndome aquello? yo replico, - Solo me estoy lavando el cabello. Ellos insisten, algo hostiles, como ya parece ser costumbre en ellos. La verdad no entiendo en ese momento todo eso. No sé la necesidad de su presencia. Y les digo ok. me voy, refunfuñando, ¡no sé como se me ocurrió ponerme a lavar el cabello allí, pero igual no vi que estaba haciendo algo malo. En todo esto hay un disfuerzo verbal. No entiendo que hacen alli los policías, y no me parece nada cortez su trato hacia mi. Pero caigo en la cuenta que el limpiabaños los ha traído. Sin embargo, hubiera sido sencillo que me dijera que no se podía lavar la cabellera alí y listo, me hubiera ido. No había necesidad de traer tres policías. Pero bueno. Cuento eso para no olvidarme que allí queda algo pendiente.