az
az | 26.12.2016
Una de mis grandes preocupaciones por el escribir sobre Derecho estriba en hacerlo cada vez más comprensible, menos complejo, menos barroco -porque como dijera Borges, escribir en difícil, en barroco, es siempre un acto de vanidad. Y escribir -en mi caso- no es un acto de vanidad sino un intento para comprender lo que no entiendo, y para explicar las cosas con mayor claridad. Así, si un concepto, una palabra no es entendida por cualquier lector, este deja de ser derecho, porque el derecho tiene la "necesidad" de ser entendida, de otra forma no existiría. Por eso, cuando utilizo palabras difíciles -en mi caso- es sólo para darle un estilo y sentido o barniz de inteligente, cuando lo inteligente es hacer las cosas claras y sencillas, al sentir de Balzac. Así que aunque me encanta la filosofía, nunca leo autores difíciles, pues el Derecho no necesita complicaciones algoritmos linguísticos -una vanidad más-, sino discursos