APROVECHANDO NUESTRAS IRRESPONSABILIDADES
APROVECHANDO NUESTRAS IRRESPONSABILIDADES
(Se logró hacer un libro compilatorio de más de 800 páginas, gracias a la irresponsabilidad de los alumnos)
ADVERTENCIA: Nada de lo aquí escrito es con afán de molestar, incomodar, o insultar (nada más lejano a mis pretensiones), sólo es la exposición de un fenómeno singular del cual uno puede sacar ventajas que convengan a todos. Por ello empiezo dando mis felicitaciones a los alumnos que hicieron posible un texto compilatorio de más de 800 páginas con temas de derecho procesal, de autores clásicos como Carnelutti, Piero Calamandrei, Couture, entre otros. Lo curioso es que lo hicieron porque “no habían cumplido con su tarea académica”, y como por ello estaban jalados, tuvieron una interesante alternativa que se les dejó, con plazos perentorios y definitivos: compilar un grupo de artículos de escritores clásicos que yo les había proporcionado, o indicado donde ubicar, temas de derecho procesal. Fue así, como dichos alumnos demostraron que si desean pueden ser productivos, creativos y muy “responsables”. y crearon un texto denominado: “Derecho procesal: Autores Clásicos”, que entregamos a la universidad como una muestra que la irresponsabilidad puede lograr grandes obras como la mencionada.
COMPILACIÓN DE UN TEXTO DENOMINADO: “DERECHO PROCESAL AUTORES CLÁSICOS”
(Esta es la introducción del Texto: )
Aquí la demostración que de las irresponsabilidades se puede sacar provecho. Este cúmulo de artículos -transcripciones de fotocopias- es la muestra de ello. Para quienes sepan de la importancia de los textos académicos este trabajo valdrá muchísimo. Más si conocen quienes son los autores transcritos: Carnelutti, Eduardo Couture, David Lascano, …..
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Siempre he creído en la capacidad productiva de los alumnos, ellos, por “la nota” o por “ilusiones”, pueden construir grandes obras. Este -el tiempo del estudio- es el momento en donde pueden elevar su imaginación a su máxima expresión. Todo de ellos puede ser susceptible de valor. Valor que se pierde generalmente. Energías gastadas en el aire. Por eso he querido utilizar un nuevo método para que ellos sean reconocidos de alguna forma, para que su trabajo académico no se pierda en montones de hojas impresas de poco valor. He intentado articular, coordinar sus energías para que quede de ellos una parte que les pueda servir incluso en el futuro cuando necesiten de documentos que aumenten el volumen de su curriculum. No sé si lo he logrado, pero aquí va el primer intento. Sigue la explicación de en qué consiste el asunto.
Hace algunos meses, muchos meses atrás, incrustado en el afán por aprender derecho procesal, pero derecho procesal del bueno, intenté una aventurera búsqueda; no necesité mucho esfuerzo para encontrar un buen grupo de revistas de tamaño oficial, de buen volumen. Era la Revista de Derecho Procesal dirigida por Hugo Alsina, y coordinada por el gran Santiago Sentís Melendo. Cosa fabulosa resultó ser esa revista, argentina por cierto, que siendo latinoamericana fue incluso más atrevida que la clásica revista europea: Revista de Derecho Procesal Civil. Carnelutti hace esta observación en un artículo también impreso en la mencionada revista: “El primero de los motivos, que me impresionó, cuando llegó a mis manos, hace poco más de un año, esta magnífica Revista, fue su título, donde no se encuentra ningún límite al estudio del derecho procesal. Aunque el modelo italiano fuera, al tiempo de su fundación, nuestra Rivista di diritto processuale civile, mis amigos americanos tuvieron el atrevimiento de dedicar su esfuerzo científico no al proceso civil tan sólo sino también al penal y, más ampliamente, al proceso de cualquier especie. Hay en este propósito un signo del ímpetu juvenil de la ciencia procesal de la América latina y, a la vez, un auspicio de sus destinos.”
Lo cierto es que esas revistas estaban ya pasadas por el tiempo, olvidadas todas en un rincón de la biblioteca. Ya nadie les hacía caso. ¿Motivo? Como eran de derecho procesal, pensaban que ya que eran de data anterior, eran viejas y por lo tanto inactuales; además en realidad eran antiguas, por lo que sus hojas estaban macilentas, amarillas, y, como lo dijera la muy alegre bibliotecaria, “llenas de ácaros y bichos”. No obstante yo no sabía eso. Sabía que estaban amarillas, era evidente, pero como no veía ningún animalillo caminando (soy miope lo confieso) no vi mayor peligro. Hoy sé que libros como aquellos pueden producir enfermedades; por suerte no produjeron en mí mas que una enorme emoción por haber encontrado a los grandes autores de todos los tiempos -al menos del mundo occidental greco romano gemánico- allí reunidos, en una revista de grandes pretensiones
Saqué unas copias, las dejé en el olvido unos meses, hasta que tuve la oportunidad de ser docente, y allí aproveché la oportunidad.
Los alumnos siempre tienen pequeños olvidos, pequeñas debilidades para cumplir con sus trabajos académicos, así que pensé -ya que era dable y beneficiaba a todos, al fin de cuentas- que podía aprovechar esas pequeñas irresponsabilidades. Así mandé un anuncio. Yo dejaba lecturas para ser resumidas y entregadas la clase siguiente. Como se sabe no todos hacen esas lecturas y menos hacen esos resúmenes. Así que di una oportunidad para emplazar a los rezagados y dije: los que no hayan cumplido con los resúmenes de las lecturas pueden recuperarlo transcribiendo un artículo de los aquí expuestos. Dejé en manos de una linda y muy cumplida alumna los artículos fotocopiados. Y eso fue todo. El resultado es el siguiente trabajo.
Sentimiento de culpa:
Cuando me hice una idea de cuánto costaba imprimir cada hoja (un sol por hoja, me dijeron) y luego hice un cálculo con la cantidad de hojas de cada trabajo presentado, un sentimiento de culpa surcó por mi mente. Había hecho que unos jovenzuelos gastaran algunos soles demás (luego me dijeron que la impresión estaba a 0.40 céntimos la hoja). Realmente espero que haya valido la pena.
DERECHOS DE AUTOR:
Las transcripciones de los textos ha corrido por cuenta (tiempo, hojas, dinero, ánimo o desánimo) de los alumnos. Valgan mis disculpas por ello. Pero eso enseña que LAS IRRESPONSABILIDADES CUESTAN, por más pequeñas que sean, por más justificadas que estén.
El trabajo era sólo para aquellos que querían “voluntariamente” recuperar su nota, en caso de no haber cumplido con su obligación de entregar resúmenes hechas a mano y sólo con una extensión de una cara.
La corrección ortográfica, o el mismo contenido de los textos, corre, por lo tanto, también a cargo de los propios estudiantes. Para ellos mis felicitaciones.
LOS PUNTUALES = RESPONSABILIDAD ASEGURADA
Debo mencionar sin embargo a los alumnos que no han necesitado de presentar estos trabajo por su puntualidad, porque no puede dejarse de lado la virtud, primera condición de un hombre de bien, y más de un hombre de derecho. Seamos ascetas (hombres necesitados de la virtud).