gravedad
gravedad
Mi rostro gris, oscuro, pedante
mirando el fondo, lo lejano,
a la tierra adolorida de tanto parir hombres.
Mi piel seca, rota y arrugada
contrariando la gravedad de la muerte.
Aunque huelo ya a hueso muerto,
a tierra marchita,
mis dientes rotos, tercos, paganos,
renegados, se niegan a caer,
y más bien muerden la carne profana.
Todo en mí está caduco
y sin embargo sigo,
con la terca tentación de prologarme,
de negarme a caer en la agonía.