EL ALMUERZO DESNUDO
EL ALMUERZO DESNUDO
( Mercado, Derecho y Drogadicción)
Por: Alex R. Zambrano Torres
De las drogas se ha dicho mucho, pero casi todo desde la perspectiva del tabú, del dogma; como un “odio y terror codificado” por la sociedad”, como un mal apriori. Desde esa perspectiva, lo único que se intenta es “solucionar” este “problema”, sin lograrlo nunca. Lo que pasa es que se ha tratado el asunto desde ejes equívocos; como por ejemplo la psicología, la sociológía, la moral, la política, el Derecho, etc. El fenómeno, si bien puede ser estudiado por todas estas disciplinas, es mas un fenómeno económico, de mercado. Para explicar esto, haremos unas primeras disgresiones.
En 1984, el gran escritor y filósofo español, Fernando Savater, escribía en el periódico “El País”, de España, un escandaloso, valiente y hereje artículo sobre las drogas, al cual denominó: “La invención del drogadicto”.
El título nos sugiere ya una primera conclusión: el drogadicto ha sido un invento, un invento humano y social. ¿Cómo pues ha sido inventado este drogadicto? Savater afirma, con los pantalones bien puestos, que quien lo ha creado es “el control social” , y -ojo, pestaña y ceja-, el mercado. Así, no hay drogadicto si no hay determinación de el. Por eso el concepto de drogadicto ha tenido que ser definido por el derecho y por la medicina. Para el primero es un sinónimo de delincuente, y para el segundo un sinónimo de enfermo. Sin embargo, hay otra disciplina un poco más aberrante, más incisiva y menos discreta, que interviene en su creación, evolución y supervivencia: el mercado. Por eso Savater en su discurso parece afirmar que “el drogadicto” es una “alucinante creación del mercado”; y que la existencia, producción y comercialización de la droga, se debe, por lo tanto, a la demanda, que, como todos saben, es un elemento del mercado. Demanda que crea la necesidad de la oferta, con lo que se reúnen todos los elementos del mercado: demanda y oferta. El plato del día es la droga; pero sólo porque hay quien necesita de ella. Y el mercado sabiendo esto genera todo un mecanismo de redistribución.
Ahora bien, la existencia de demanda implica la existencia de drogadictos, en plural, y por lo tanto social; así se supone que la existencia de droga y de drogadictos es un precedente de cierta descomposición del cuerpo social, como por ejemplo, de la seguridad social, del orden y paz social, del bien común, etc. Y bueno, puesto que la existencia de drogadictos implica un fenómeno social, y por lo tanto público, sería el Estado el encargado de lograr la normalización del cuerpo social. El Estado, entonces, tendría que intervenir para impedir ese mercado ilícito nocivo (tráfico Ilícito de drogas). Vemos allí una primera contradicción entre el Estado y el Mercado. La fundamentación y disputa del fenómeno social de la drogadicción se replantea desde un nuevo terreno: la lucha entre la libertad de mercado (demanda y oferta) y la salud pública (encargada al Estado garantizarla).
Como ven, el fenómeno inicial de la drogadicción, drogadictos y droga es fundamentalmente un asunto económico, fenómeno, entonces, que se halla inserto en aquel fascinante y poco comprensible mercado.
Sin embargo cuando interviene el Estado para regular este mercado -por cuestiones de salud pública, de bienestar común-, entra en juego y en operación un arma fundamental, de las más fuertes y curiosas que el hombre haya creado en su vida: el derecho. Así, el Estado traslada el asunto al Derecho (se la pasa de taquito). Entonces el problema se reformula: ¿se trataría de una lucha del derecho contra el mercado? ¿sería sólo un fenómeno económico en el que, debido a sus “consecuencias”, tendría que entrar el Derecho? El Derecho, como saben es una respuesta a un fenómeno social, es un intento, a veces desesperado, por llevar la vida en paz, en armonía, en tranquilidad y seguridad, por legitimar los actos de los seres humanos en interacción, en relación, que permita la coexistencia o posibilidad de convivir.
Pues bien, ¿El Derecho en lucha contra el mercado, y no contra el drogadicto o el comerciante, sería el eje central de este fenómeno social: la drogadicción y la consecuente tipificación del Tráfico ilícito de drogas? El eje, al parecer, del problema “drogadicción” es el mercado.
La economía es descriptiva (describe al hombre, los fundamentos de sus intereses), mientras que el Derecho es prescriptivo (determina cómo debe ser el hombre)
Esa idea, de que es el Mercado el fenómeno “eje” a entender para solucionar el problema de la drogadicción es planteada por otro gran escritor, de la generación de los beat: William Burroughs, en un libro muy sugestivo: “El almuerzo desnudo”. En el William Borroughsg aplastaba el concepto de mercado que sobre la calidad total se ha esparcido actualmente. Eso significa que no es mejorando la “calidad” del producto lo que provoca la demanda, sino introduciendo en la mente la “necesidad”, necesidad que no es sólo mental, sino además física. Esta pauta parece encajar perfectamente en un producto: la droga.
Burroughs aclara por qué el título de su libro: el almuerzo desnudo, dice, es ese momento congelado en el cual nos llevamos el almuerzo a la boca, allí se congela todo, y en un instante terrible somos conscientes de qué nos llevamos a la boca; observamos qué estamos consumiendo. Conciencia de nuestro propio acto de consumir. Allí en ese instante congelado, sabemos, por fin, qué consumimos. Así, pues, preguntamos: ¿alguna vez alguien ha tenido un almuerzo desnudo? Alguien se ha atrevido a ver que hay más allá del simple volumen y materia consumida.
Consumir droga no es consumir cualquier cosa, es mucho más. ¿Entra en ello cierta cosmovisión del mundo, cierta necesidad de salir del hastío, o de escapar a la pobreza, tal vez?. Sea como sea, cuando se consume droga no es un acto simple y llano, sino procaz y pérfidamente consciente. Es una búsqueda de algo más. Es como intentar ver a dios.
Derecho y Drogas (Acto Segundo)
Hablar sobre el Tráfico Ilícito de Drogas, es siempre un asunto muy complejo, porque se propone como un tema aún en debate. A pesar que hoy existe cierto consenso, al menos formal, de que el Tráfico Ilícito de Drogas es Nocivo o dañino para la sociedad.
Pero el asunto no termina allí, porque existen una especie de contradicción entre el mundo del derecho, el mundo que quiere formar el derecho, y el mundo que propone el mercado.
El asunto, entonces, se puede ver desde dos perspectivas:
1. La primera sería la del DERECHO
2. Una segunda perspectiva es la del MERCADO
La ecuación podría plantearse así:
DERECHO vs. ECONOMÍA = si categorizamos el asunto desde las disciplinas.
O podemos decir que existe más bien un conflicto entre el
ESTADO vs. El MERCADO = si entidades o instituciones
1.- Pues bien, el derecho es la cara formal del mundo, es un deber ser, es la presentación del hombre frente a la sociedad. Este lado dice: combatamos el tráfico ilícito de drogas, porque es perjudicial al ser humano, puesto que sus efectos son nocivos, produce desorganización social, e inestabilidad jurídica. El Derecho tiene que asumir, luego, su fin esencial: es decir, organizar o posibilitar el orden de la sociedad, para lograr la coexistencia pacífica, ordenada y segura del ser humano en sociedad.
2,. La otra perspectiva, es la del Mercado, en el que los hombres se descubren por si mismos y actúan en referencia a sus necesidades y gustos, no es un deber (como el derecho) ser sino un ser.
El ser humano es, por ello, precisamente aquel que comercializa, compra, consume droga, pero no cualquier droga, sino justamente la prohibida, la ilícita, la que al decir de la cara formal del derecho y de la política produce el desorden social, la inseguridad jurídica.
Existe pues en el mercado relaciones transaccionales, demanda y oferta, y en el medio el tráfico o comercio.
Pero el mercado, no es simplemente esas relaciones contractuales de compra venta, esas transacciones comerciales de cambio, donde la oferta y demanda funcionan con independencia de la determinación del Estado. Sino,
como dijera Robert l. Heibroner:
“…el mercado no es exactamente un medio de intercambiar productos; es un mecanismo que permite aprovisionar y mantener a la sociedad entera.”,
Se está hablando ya no de simples transacciones comerciales, sino de posibilitar la existencia del ser humano. El mercado, en este sentido, posibilita la existencia o supervivencia del ser humano.
El mercado logra, o pretende lograr la satisfacción de las necesidades de la sociedad, para su supervivencia, y por lo tanto posibilita su capacidad de vida, su perpetuación existencial.
Es más, la existencia del mercado posibilita o permite un fenómeno fundamental: independiza al ser humano, lo hace dueño de su propio destino, lo hace pensar, evaluar, categorizar, organizarse y dar validez, por propia cuenta, a sus pretensiones; califica pues su pretensión, decide y actúa. En esa óptica el mercado cumple una función no sólo importante sino determinante del desarrollo social; hacer a los hombres conscientes y creadores de su propio destino.
¿Pero el tráfico podrá desarrollar esta posibilidad de independencia? Parece que no. Porque el ser humano no puede siempre darse cuenta de lo que le hace bien, es más puede llegar a ser, muchas veces sin quererlo, un decadent “un hombre que elige los medios de consumo que le perjudican.
Y es en esa medida que entra en operación el derecho. Pues descubre el otro lado del ser humano: su imposibilidad de resistirse a las tentaciones, a descubrir mundos que tal vez, desconocidos por la formalidad, hacen mas dinámica y logran lo que la sociedad, en su constitución formal no logra, hacerlos sentir vivos, llenos de emociones, pero emociones que no necesariamente son benéficas.
Esta pues planteada la lucha entre el Derecho contra el Mercado. Lucha por la monopolización del poder, o por la conquista de la impunidad.
Porque el mercado no se somete, necesariamente a las jerarquías creadas por el Estado, sino que lo trasgrede, porque no lo toma en cuenta como ente superior por el cual dirigir su operatividad, es más toma al Estado muchas veces como un obstáculo; pero muchas veces también lo toma sólo como referente o índice de comercialización, pero nunca como ente superior.
Pero, sea como sea, el Derecho y el Mercado, buscan ambos el monopolio del poder.
Y mientras el mercado sustenta su existencia y ejercicio en el individuo, en la necesidad individual, el Derecho justifica y fundamenta su existencia y ejercicio en la sociedad.
Como ven el asunto es muy complejo, y por eso dejo con Uds. a respetables juristas que van a hacer exploraciones sobre el tema, en mayor profundidad, el tema del Tráfico Ilícito de Drogas.
Confesión (El título del presente lo he extraido de un libro muy famoso)