feliz cumpleaños
az | 06.12.2014
Previos saludos muy cordiales,
Mi muy querida compañera de trabajo, casi amiga, y muy apreciada ¿¿¿¿¿¿
Me he visto compelido a escribirte la presente, porque ante mi fallido intento de complacer tu petición de hablar por el día de tu cumpleaños -ante tus cuatro peticiones de ello-, puedo confesarte que he quedado con el alma en remordimiento, porque tu petición nace de la inocencia, esa inocencia que me ha comprometido a elevarte algunas palabras diáfanas y espero suficientes para modular y calmar tu noble sensibilidad de persona gentil y sin malicia, y porque negarme ante algo tan subjetivo resultaría matador, arrollador, fulminante y no efímero. Por eso, aunque las presentes palabras no tengan el encanto del sonido, ni puedas ver los gestos y destellos que pueden provocarse en las miradas cuando uno habla, ni presagiar el sentimiento que se vislumbra en cada gesto corporal, he decidido escribirte apresuradamente, porque es la única forma que he encontrado para resarcirme un poco, para no dejar que esa ilusión “la de que alguien -ufano, uraño, arisco, esquivo e inefable como yo- diga algunas palabras que puedan describir un poco tu personalidad por el día de tu cumpleaños”. Supongo que me pediste las palabras porque te gustan las descripciones, porque aunque nos miramos todos los días ante el espejo, es bonito que otros(as) nos digan nuestras dulces verdades; porque pensaste que yo, inclinado seguramente por la tradición, tendría que decir, en el día de tu onomástico, palabras bonitas respecto de tu persona, y fue quizá en esa ilusión que te atreviste (¡¡¡¡cuatro veces¡¡¡¡) a solicitarme diera unas palabras por tu cumpleaños, utilizando la táctica de no dejarme decir que no por el pudor de verme impelido por la mirada atenta de todos ante arriesgada maniobra y petición pública. Muy audaz, pero peligroso. Sin embargo, ¿No pensaste acaso que podía decir cosas disímiles, inefables, indescriptibles o irrelevantes?, ¿no pensaste acaso que con mi manera extraña de ser podía decir alguna incoherencia, alguna tontería que pudiera ofender tu ingenua sensibilidad? Pues por lo visto no. O simplemente no pensaste, o simplemente eres demasiado ingenua para darte cuenta que no todos somos como tú, dulces e incapaces de lastimar con las palabras a los demás. Y fue así, ataviado de la mirada de todos, y más de no dejarte con el sabor amargo de la negación, que accedí a hablar, a pesar que mi cuerpo marchito por el tiempo y esculpido en esos momentos con las sagas de la gripe, afección gargantil, etc., pedían silencio. Si, en estas condiciones mi cuerpo me pide siempre silencio, silencio sombrío y sanador, y como nunca, prefiero, en esos instantes, no hablar, no hablar, no hablar; y sin embargo, a pesar de ese sentimiento, ante tu tierna e ingenua petición, hablé. Salieron de mis labios algunas palabras, pero mi pecho estaba congestionado, mi gargantita estaba congestionada, y mi mente estaba también congestionada, así que sólo atine a decir sólo cosas congestionadas, y no como me hubiera gustado, que hubieran complacido mejor a tus expectativas (aún mi mente está congestionada).
Pero bueno, ¿Qué puedo decir de ti? ¿Qué puede ponerte en relieve? ¿Acaso tu dulce forma de caminar?, ¿acaso tu lindísimo cabello negro semiondulado que dibuja un rostro sereno, amable, gentil e inocente, recubierto muchas veces por unos lentes que te hacen más guapa y hasta sensual?, ¿qué puedo decir de ti? Acaso hablar de tu belleza latina? ¿Acaso que me gusta cuando te acercas y también cuando te vas? Sí, me gusta cuando vienes a pedirme que vise tus resoluciones porque vienes con lo mejor que sabes hacer, estructurar decisiones para reorganizar la administración de la justicia, dar solución a problemas que permiten a las personas reencontrarse con sus soluciones; y tú, hábil y de muy buen manejo legal, oportuna y prudentemente, construyes decisiones que dan solución a peticiones, solicitudes, necesidades administrativas y jurisdiccionales, y me traes un grupo muy variopinto de resoluciones a visar. Quisiera que decirte aquello fuera suficiente para merituar tus virtudes, pero no, porque luego cuando pides algo siempre hay una palabra tierna, y más que tierna, una petición amable, nunca un reproche, nunca una mirada soberbia, ni grosera, sí esquiva, pero siempre amable, respetuosa y algunas veces -con tus otros compañeros(as)- cariñosa. Podría decir lo mucho que me gusta el sonido de tu voz, pero eso podría traer graves y talvez deformadas interpretaciones de lo que te quiero decir, pero igual, me agrada el sonido leve y agradable de tu voz, me gusta como sonríes, o como ríes, porque alegras el ambiente y le das un poco de felicidad al momento, y a quienes están en ese momento a tu alrededor.
Qué más puedo decir de ti? Que admiro la forma como entregas tu esfuerzo por el trabajo, cómo te comprometes con cada cosa que te asignan, cómo transformas cada momento en una “forma de servir a los demás”, cómo nunca te quejas ni pronuncias –al menos yo no te he escuchado- palabras de queja, reproche por el trabajo, cómo conviertes todo en una oportunidad y no en un problema; admiro la personalidad que tienes, las frases que siempre acompañan tu vida, como aquella que reza: “es para mejor”, ante cualquier situación, incluso ante aquellas que no parecieran presagiar mejorías: Y es en ese momento que me recuerdas a la filosofía de Nietzsche “Lo que no me mata me hace más fuerte”. Sí, soy tu admirador, porque me gusta admirar la virtud; porque valoro mucho la tenacidad –no terquedad- de algunos, de no corromperse con la filosofía de la vida fácil y asumir el riesgo de ser responsable, comprometida, honesta y profesional. Si, creo que eso es lo que más admiro de tu persona: tu “personalidad” también “única e irrepetible”.
Admiro la pasión que pones en todo, la seriedad y el cariño con que haces todo. ¿Podría decirte más? Si, podría describirte hasta el infinito y más allá, pero no sería justo desplegar más palabras, mejor dejarte vivir, sonreír, trabajar, soñar; mejor dejar que tu linda sonrisa vaya arropando los sentimientos de tanto lobo o compañero o amigo; mejor dejar que tu buen trato, tus manías de vivir para servir a los demás, de ayudar y apoyar a todos, de ser prudente, carismática y genial se vayan dibujando en la propia vida, mejor que describirte es dejarte vivir, para que los demás –me incluyo- podamos ser un poco más felices sabiendo que hay personas tan dulces, amables, tiernas, profesionales, perfectas como tú.. Feliz cumpleaños ¿¿¿????.