Re: az
sigo | 21.05.2016
y luego, cuando acababan las clases, caminaba hacia la casa, buscando mi destino. y llegaba a la casa de la abuelita. El patio de la bordeado de paredes celeste.No sabía qué conversar ni con quien conversar. No pude tener grandes amigos allí en mi familia. Sólo mi madre se preocupaba por no dejarme aislado, naturalmente autoaislado, porque jamás supe ser el amigo con quien conversar, el niño simpático o agradable; no, nunca pude ser el amigo de alguien, y no estaba seguro que alguien quería ser amigo mio. Esto por cierto, nunca me deprimió; nunca pude sentir tristeza por no tener amigos, pues la verdad como nunca los había tenido, no supe qué sentir por no tenerlos.